Capitulo II


Pilladas infraganti

El día era nublado y fresco, no era un frío de aquellos que te llegan a los huesos, pero no era tan desagradable el esperar que abrieran el local aquel domingo de un mes del año.
El reloj de la plaza marcaba las 19h00, y con una puntualidad casi inglesa, una muchacha joven, con pelo corto y ataviada con pantalón negro con polo negro a conjunto hacia sentir la musica de la persona al abrirse del local del Viva Voz.
Detrás suyo la observaban los primeros en entrar en el local, mi País qué pequeño era el local del Viva Voz abría una vez más sus puertas con aquella música de la persiana rozando por las guías situadas en sus laterales,  en segundos todas las luces se ponían en marcha, las pantallas se iluminaron y empezaba a sonar una música de fondo, música de acompañamiento cuando no había mensajes que decir.
Caña de Azúcar no estaba en el grupo de personas que esperaban entrar, pero llamaba la atención un personaje, un personaje de talla no muy alta, ataviado de una indumentaria algo especial, su aspecto era dulce, de bonachón, con mofletes colorados y barriga de ser una persona feliz, tranquila y soñadora, su aspecto era agradable.
El pelo le habitaba en su cabeza de una forma que le permite leerle las ideas,  ojos claros y observadores hacen llamar la atención, se quedaba con todo lo que allí pasaba.
En el fondo del local, justo al lado de la puerta de los lavabos, estaba sentado, con su bol de nubes de muchos colores y formas, instintibamente su mano iba al bol y cogia uno, llebandoselo a la boca sin dejar que sus ojos saltones dejaran de mirar lo que en el local sucedía.
No llevaba más de 15 minutos sentado que sus ojos se fijaron en una nena que estaba entrando por la puerta, recorría el pasillo que había entre la barra y la pared, llegando a la zona donde el espacio permitía  que los sofás dominarán el espacio, y un trozo sin ellos permitía mover los cuerpos a razón de la música con mensajes sonaban por los altavoces.
No perdía que los párpados se le cerraran para observar la persona que nunca había visto entrar por aquella puerta. Ella no reparaba en la presencia encima suyo de los ojos del “Vigilante”, nombre que tenía aquel personaje del mundo del Viva Voz.
Nadie lo diría porque su atuendo no era el de un vigilante de seguridad, ni un policía pero él se le conocía por el  vigilante de la moral del local.
Su mirada vigilaba, vigilaba que no se abusara de los dulces, vigilaba que nadie se pusiera más que un bol de chuches, era inmoral que se comiera más de un bol, o se cogiera una chuche de otro bol sin que su dueño diera permiso, las chuches eran gran atractivo para los asistentes del local que casi la luz brillaba por su ausencia, mientras unos focos de colores se encienden y se apagaban, cambiando de colores con el compás de la música.
Proyectaba su mirada hacia la nena de los Lacasitos hasta que en un momento, saltaron sus ojos hacia otro lado del local, fue algo intuitivo, sin pensar era su instinto de vigilar el local, que le hizo mirar con asombro lo que no podía creer que sucediera, se fue a levantar pero …...

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